lunes, 2 de mayo de 2011

El Examen de Documentos: introducción, elementos escritores


Introducción

La escritura tiene su origen en el cerebro al momento de estructurarse un cuadro o imagen de letras y palabras. La señal de tratar de duplicarlo es enviada al brazo y mano a través de los músculos y del sistema nervioso; el resultado final casi nunca coincide con la imagen mental original.

            Veamos  como un ser humano aprende a utilizar su cerebro y el sistema nervioso para escribir.

            Cuando nace, está provisto de ciertas habilidades automáticas básicas como ser: respirar, llorar, succionar, mover sus miembros al azar. Para llevar a cabo tareas más complejas debe aprender. Se deben formar y almacenar modelos o patrones en su cerebro que dispararán mensajes que recorrerán el sistema nervioso hacia los músculos para producir movimientos (conducta).

            El sonreir es una simple conducta que un bebé aprende tempranamente en la vida; primero imita la sonrisa de sus padres y como ello es recompensado por más sonrisas y  caricias por parte de aquéllos (retroalimentación positiva), se construye un patrón en su cerebro. El bebé aprende a llamar a ese patrón para producir una sonrisa. Rápidamente el sonreir se automatiza al igual que la respiración.

            De una forma similar la criatura aprende a alcanzar, asir, hablar y caminar. Más y más acciones complejas se hacen posibles a medida que el bebé edifica las sendas que unen los músculos con el cerebro a través del sistema nervioso. La escritura es una tarea motora extremadamente compleja que usualmente no se aprende hasta los 5 ó 6 años.  

            El sistema motor controla el movimiento y la postura necesarios para escribir, mediante la contracción y relajación de los músculos. Los mensajes van desde el cerebro hacia estos últimos a través del sistema nervioso. Durante el proceso de aprendizaje, los sentidos y músculos envían mensajes (retroalimentación) hacia el cerebro para hacerle saber como trabajan la secuencia, el tiempo y la fuerza aplicada; el cerebro hace los ajustes necesarios para dar una salida máxima. Eventualmente se forma un programa motor, ello implica comandos musculares que pueden llevarse a cabo con la automaticidad correcta de tiempo y secuencia, sin retroalimentación, para dar el mejor resultado posible.

            La escritura es el resultado de ese conocimiento motor almacenado. Es distal, es decir que ocurre en las extremidades e involucra a la actividad motora pura, opuestamente a lo que es una habilidad como caminar, la cual es mediata (habilidad motora grande o gruesa). Una de las razones por la cual los individuos encuentran dificultad para simular la escritura de otros es que, para hacerlo exitosamente se requiere la comprensión de la esencia del programa del control motor del escritor y su ejecución.   

            Haga un experimento. Tome una hoja de papel sin líneas y firme cerca de la parte superior. Luego, tome el lápiz o la lapicera  con su puño cerrado y firme moviendo su muñeca y brazo. Cierre completamente su brazo, sostenga el elemento escritor con el pliegue cercano al codo y firme nuevamente utilizando como guía a este último. Mientras que la segunda y tercera firmas no tienen la fluidez, medida y proporción de la primera, verá que prevalecen los patrones generales. Ello se debe a que los programas para desarrollar los movimientos complejos requeridos para producir una palabra escrita, están almacenados en el cerebro, no en los músculos. Si quiere comprobarlo de otra manera, trate de escribir su primer nombre en el aire ya sea con la nariz o con el pié, determinará así que la información básica para hacerlo provino de su cerebro y no de los músculos de su hombro, brazo, dedos, o nariz.

            Una vez establecido el patrón básico, los músculos y nervios del hombro, brazo, mano y dedos se convierten en importantes dado que ciertamente ejecutan la aparición de la línea escrita. Puede imaginarse al cuerpo como una máquina, una serie de palancas y puntos de apoyo (puntos para pivotear) con cada parte influenciando a la próxima de la conexión. La fuerza y flexibilidad de los músculos, la posición del elemento escritor y la postura general del escritor efectúan la producción total.

            Ninguno de los factores que producen la escritura es rígido o no cambiable. En adición a los factores orgánicos (anatomía y salud física, agudeza mental, etc.) existen factores del medio ambiente que influyen en la escritura. Ellos incluyen al elemento escritor, la superficie de escritura, lo que yace debajo de la misma y otras variables de la situación de escribir. Dado que el modelo patrón primario es en sí mismo una imagen fluida y que existen numerosas variables orgánicas y ambientales que interactúan en la producción de la escritura, se ha convertido en un axioma aceptado el expresar que una persona improbablemente pueda alguna vez duplicar exactamente una firma. Cada ser humano tiene un rango natural de variación, pero paralelamente con él, crece en su escritura desde las formas clásicas aprendidas en la niñez, incorporando expresiones escritas individuales e identificables, a medida que transcurre el tiempo. 

            La escritura a mano es una actividad de forma libre y hay infinitos caminos para escribir hasta la combinación más simple de letras. Es altamente improbable que una persona escriba su propio nombre dos veces, en una forma exactamente igual, durante el transcurso de su vida.

            Cada persona tiene una variación en el rango de la escritura, determinado por su habilidad física, entrenamiento con el elemento escritor y otros factores. Para el experto, el estudio de muestras auténticas revela características personales de la escritura que pueden permitirle identificar o excluir a un individuo como el autor de algún escrito cuestionado.

            Las características de la escritura responden a dos categorías: generales ó características de clase e individuales. Dependiendo de elementos culturales (tiempo y lugar), cuando se comienza a escribir grupos enteros de individuos reciben enseñanza como para hacerlo de la misma forma. Cuando los mismos comienzan tal aprendizaje existen diferencias en la habilidad de cada uno para hacer la tarea y el resultado no es el mismo pero, las verdaderas diferencias individuales aparecen tiempo después. A medida que crecemos maduramos psíquica y  personalmente, nuestra escritura se convierte más en un producto individual a través de cambios conscientes o inconscientes hechos para fijar una imagen mental de cómo queremos que nuestra escritura aparezca.

            La escritura también puede verse afectada por otros factores: lesión, enfermedad, medicamento, droga o abuso de alcohol, stress, la superficie donde se escribe, el elemento escritor o intento de desfiguración. Es tarea del examinador de documentos comprender estos factores relacionados con situaciones específicas.

Elementos Escritores
           
            En 1888 John Loud, norteamericano, patentó el primer dispositivo de tipo bolígrafo, con bola de cojinete y flujo de tinta por acción capilar. Su patente, sin embargo, caducó sin que el invento prosperase.

a)     La Birome

            En 1938 se patenta en Hungría el primer bolígrafo o birome, inventada por Ladislao Biró, quien era pintor, periodista y escultor. Se la llamó birome por la asociación de los apellidos Biró y Meyne, este ultimo era socio y amigo de Ladislao Biró y le ayudó a escapar de Hungría y París cuando los alemanes invadían Francia en 1940 (Argentina seria su destino) ya que era judío. Si bien la patente fue registrada primero en Hungría junto con su hermano George, lo fue  luego  en la Argentina, lugar donde se trasladaron al iniciarse la Segunda Guerra Mundial.

            Allí por vez primera se financió el invento para ser comercializado e industrializado, concediéndose licencias de fabricación a varias compañías de diversos países.

            El "biro" se empleaba en Europa con profusión en 1939. En Norteamérica se aceptó a partir de 1942, por impulso del ejército que buscaba disponer de plumas que no mancharan volando a gran altura.

            El acierto de Biró fue en poner una bolita en la punta de la pluma que al girar sobre el papel iba dejando un rastro de tinta en el mismo.

            Dicen que a Ladislao Biró se le iluminó el cerebro al ver jugando a las canicas ó bolitas a unos niños, junto a una acera recién asfaltada y que inventó el bolígrafo al ver que una canica o bolita dejaba un rastro negro sobre la tierra tras pasar por el asfalto.

            En muchos textos hacen distinción entre "pluma" y "bolígrafo", lo que en inglés sería fountain pen y ballpoint pen. El término más común es "bolígrafo", como era de esperar, en todos los países de habla hispana, donde coexiste con uno o más sinónimos a excepción de algunas partes de Chile (Arica por ejemplo, donde es más frecuente decir "lapicera" y "lápiz pasta") y algunas partes de Argentina (Tucumán, por ejemplo). "Birome" coexiste con bolígrafo en Paraguay y Uruguay, además de Argentina. "Esfero" se oye en Colombia y Ecuador, "lapicera" en algunas partes de Chile, Argentina y Uruguay.

            El término "lapicero" se utiliza sobre todo en Cuba, República  Dominicana, en algunas zonas de México, Centroamérica y Perú. El mismo término se suele referir a lo que en España se denomina "portaminas" (lápiz de carboncillo, lápiz mina, etc., en otros países). De ahí que suelan añadir "de tinta seca" u otras expresiones para diferenciarlos (República Dominicana y Perú).
            El término "pluma" suele escucharse a veces en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, México, y con frecuencia en Panamá. También en algunas zonas donde quedan hispanohablantes  (por ejemplo en Nador, Provincia de Marruecos).

            La expresión "pluma atómica" se sigue utilizando todavía en Cuba (no tanto como bolígrafo) y en algunas partes de México, sobre todo en Aguascalientes.

            Finalmente, en Bolivia también se dice "puntabolas".

            Es curioso que, a excepción de España, donde solamente se dice bolígrafo (y "boli"), en la mayoría de los países hispanohablantes coexisten diversas formas para el mismo objeto.

            Culturas distintas, historias distintas. ¿Dónde se traza la raya entre la historia y el mito?

            La verdad es que no parece que haya una palabra general, se suele decir déjame un lápiz o déjame un bolígrafo o aún déjame algo que escriba, pero, pluma no suele decirse como término general.

            Aparte de ello,  las tres palabras corrientes para los instrumentos de escritura con tinta son pluma, bolígrafo y rotulador; cada una para un sistema diferente de portar y dejar la tinta. Además, hay nuevas variaciones de los sistemas y nuevas clases de tintas que realizan los fabricantes, designando a los productos por sus marcas.

            Cuando se trata de minas, y no de tinta, hablamos de lápices, a los que sacamos punta con un sacapuntas y cuyas minas pueden ser de diferentes durezas. Se llaman portaminas a los que llevan una mina o minas que van sacándose según se gastan, de estos, también, hay diversos tipos y marcas.

            Todas las palabras: lápiz, pluma, bolígrafo, rotulador y portaminas están en el Diccionario de la Lengua Española y ninguna es dada como general para instrumento de escritura.

b) El lápiz

            Uno de los utensilios más difundidos para escrituras endebles es el lápiz. Los trazos del lápiz, a diferencia de los realizados con algún tipo de líquido, se pueden borrar con facilidad. Su interior está formado por una mezcla de grafito (una variedad del carbono) y arcilla. En 1795 se inventó una fórmula de mezclar polvo de grafito con arcilla, cortando el producto resultante en pequeñas barras que luego se cocían. La dureza de estos lápices depende de la proporción entre grafito y arcilla: cuanto más grafito se utilice, más blando u oscuro es el trazo del lápiz. En 1812 el estadounidense William Monroe ideó un proceso, que aún se emplea en la actualidad, mediante el cual se podía embutir la mezcla grafito-arcilla entre dos trozos de madera de cedro.

El portaminas, patentado en 1877, está formado por una barrita cilíndrica de mina insertada en un cilindro metálico o plástico y empujado por un émbolo que al girar va expulsando la punta de la mina. El diseño básico del portaminas apenas sufrió alteraciones hasta que en 1976 se introdujo una modificación notable. El nuevo utensilio, con capacidad para hasta 12 minas, va haciendo salir la mina por efecto de la gravedad, desde el depósito, a través de un fino tubo de metal. La mina queda sujeta por una mordaza de muelle enrollada a su alrededor. Este mecanismo ha permitido la utilización de minas de un grosor de hasta 0,3 mm de diámetro,que se partirían en cualquier otro portaminas mecánico. Comercializado inicialmente como una herramienta profesional para ingenieros, delineantes y artistas, el portaminas goza de una difusión casi universal.

Historia de la Pluma de escribir

            El nacimiento y difusión del cristianismo aumentó la demanda de documentos religiosos escritos. A medida que se fue reduciendo el tamaño de la escritura fueron evolucionando los utensilios y las superficies correspondientes. Los libros en vitela o pergamino vinieron a sustituir a los rollos de papiro y la pluma de cálamo desplazó a la pluma de caña. Aunque los cálamos se pueden hacer con las plumas de las alas externas de cualquier ave, las más preciadas eran las de pato, cisne, cuervo y (más tarde) pavo. Las primeras alusiones a las plumas de cálamos (siglo VI d.C.) proceden del teólogo español San Isidoro de Sevilla; este objeto fue la principal herramienta de escritura durante casi 1.300 años.

            Para fabricar un cálamo, primero hay que endurecer la pluma de ave mediante calor o disecación. El cálamo endurecido se corta entonces en bisel con una cortaplumas especial.

            El escritor se veía obligado a cortar el cálamo frecuentemente a fin de mantener la punta biselada. Hacia finales del siglo XVIII, el ancho de la punta fue disminuyendo al tiempo que aumentaba la longitud de la hendidura, creando una punta flexible capaz de escribir trazos gruesos y finos según se apretara con la punta e independiente del ángulo con que se escribiera.

            Asimismo, hacia el siglo XVIII, el papel había sustituido a la vitela como principal superficie de escritura y ya se producían más escritos para el mundo del comercio que para la Iglesia o la Corona. A lo largo de este periodo fueron múltiples los intentos para conseguir una herramienta definitiva de escritura que no exigiera estar afilándola. Se intentó con cuernos, caparazones de tortuga y piedras preciosas, pero al fin se utilizó el acero para fabricar puntas de pluma.

            Aunque tal vez los romanos conocieran ya las plumas de bronce, la referencia más antigua a las "plumas bronceadas" data de 1465. El calígrafo español del siglo XVI Juan de Yciar menciona las plumas bronceadas para escritos de gran extensión en su manual de escritura de 1548, pero su uso no se difundió hasta principios del siglo XIX. La primera pluma patentada de acero la construyó el ingeniero inglés Bryan Donkin en 1803. Los principales fabricantes ingleses de plumas del siglo pasado fueron William Joseph Gillot, William Mitchell y James Stephen Perry. La pluma de cálamo cayó rápidamente en desuso a lo largo del siglo XIX, sobre todo  después de la implantación de la enseñanza pública gratuita para los niños; se ponía mayor énfasis en la enseñanza de la escritura que en la del arte de cortar los cálamos.

            En 1884 Lewis Waterman, un agente de seguros de Nueva York, patentó la primera pluma estilográfica con depósito de tinta. Waterman inventó un mecanismo que suministraba tinta a la punta del plumín por capilaridad, haciendo que la tinta fluyese de forma uniforme al tiempo que se escribía. En los años 20, la pluma estilográfica ya se había convertido en el principal instrumento para escribir en Occidente y continuó siéndolo hasta la aparición del bolígrafo.

Historia de los Rotuladores

            En 1963 aparecieron los rotuladores con punta de fieltro y desde entonces amenazan con sustituir al bolígrafo como principal elemento para escribir. El primer rotulador práctico lo inventó el japonés Yukio Horie en 1962. Resultaba perfecto para los trazos de la escritura japonesa, que normalmente se realiza con un pincel puntiagudo. A diferencia de sus antecesores, el rotulador utiliza tintes como fluido de escritura; en consecuencia, puede producir una gama muy amplia de colores, que no están disponibles en el caso de los bolígrafos o las plumas estilográficas. La punta esta hecha de fibras finas de nylon u otro material sintético y va sujeta al cilindro de la pluma. El tinte fluye hacia la punta mediante un delicado mecanismo capilar.

            Los rotuladores de punta de fieltro están construidos de fibras naturales o artificiales impregnadas de un tinte. La punta puede tener muy diferentes formas y tamaños; pueden alcanzar hasta una pulgada de anchura.


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