Toda actuación judicial vinculada con un accidente de tránsito requiere Ia determinación del cómo y del porqué de los hechos y las valoraciones de los daños materiales.
Para lograr tales determinaciones y para poder fundar las posturas de los litigantes se deben formular puntos de pericia como los siguientes:
- Establecer y explicar la mecánica del accidente mediante un gráfico en el que se indiquen las posiciones de los vehículos y sus velocidades al momento del impacto y, si de ser posible, las velocidades previas a la colisión.
- Indicar si el accidente pudo haber ocurrido como se lo relata.
- Determinar si es verosímil que el accidente originara los daños que se denuncian en el expediente judicial.
- Dictaminar si los reemplazos de los componentes especificados en los presupuestos obrantes en la causa y evidenciados por las fotografías, son necesarios para optimizar la calidad de las reparaciones.
- Calcular el valor de las reparaciones considerando la colocación de repuestos originales para lograr una terminación de los trabajos acorde con el estado original del vehículo.
- Señalar si, debido a la colisión, se afectaron partes vitales del rodado.
- Indicar si el vehículo ha sufrido daños que puedan originar en su reventa una disminución de su valor indicando, de ser así, cual sería a la fecha del hecho y a la de presentación del dictamen.
Las formas de ocurrencia de los accidentes son determinables mediante las pericias accidentológicas, las cuales explican posibles reconstrucciones de los hechos relacionando las constancias de los expedientes con las fórmulas de la Física.
El fundamento de tales pericias es el de relacionar las distancias recorridas por los vehículos luego de impactar, con las velocidades que ellos poseían al comienzo de sus respectivos recorridos.
En función de lo expresado, nos encontraremos con movimientos desacelerados (aquellos en los cuales ambos móviles van perdiendo sus velocidades mientras alcanzan sus posiciones finales). Las desaceleraciones de los movimientos son las que revelan las características de tales disminuciones de velocidades y las reproducibles mediante los principios de la Física son debidas a las fricciones entre los neumáticos y el piso. Estas fricciones se atribuyen a algunas de las siguientes tres causas:
a) Bloqueos de las ruedas debidos a las acciones de sus frenos.
b) Rotaciones de los vehículos sobre sus ejes verticales, las cuales suceden simultáneamente con sus desplazamientos desde que impactaron hasta sus posiciones finales.
c) Atrapamiento de las ruedas por partes deformadas de la carrocería.
Si alguna de las tres situaciones anteriores se cumple, la desaceleración (a) del movimiento queda definida y ella permite desarrollar la secuencia de cálculos y verificaciones siguientes, con la finalidad de determinar la forma de ocurrencia de los hechos:
1- Relacionando las distancias recorridas por los vehículos con sus respectivas desaceleraciones se obtienen las velocidades finales (V f) posteriores a la colisión.
2- Distinguiendo a los vehículos con los números 1 y 2 y considerando las componentes de sus velocidades posteriores a la colisión (Vf1x y Vf2x) sobre una misma dirección (x) y asociadas con sus pesos (M1 y M2) se obtienen las velocidades (V1x y V2x) correspondientes al momento del impacto, mediante la siguiente ecuación: M1xV1x+M2xV2x= M1xVf1x +M2xVf2x.
Con idéntico razonamiento se obtienen las componentes de las mencionadas velocidades iniciales sobre otra dirección para lograr, finalmente, la obtención de las velocidades con las que impactaron los vehículos en su verdadera magnitud.
Las rotaciones posteriores al impacto de ambos vehículos son determinables mediante sus velocidades posteriores a la colisión, sus pesos y las distancias entre sus centros geométricos y sus respectivos centros de impacto.
Verificaciones
A las posiciones finales de los vehículos surgidas de la reconstrucción del accidente se las compara con las fotografías y croquis que forman parte de las constancias de los expedientes.
A las posiciones relativas entre los móviles correspondientes al momento del choque, también surgidas de los cálculos, se las coteja con los daños ocasionados a ambos vehículos.
Complementariamente, se verifica que la energía consumida por las deformaciones sea mayor que cero.
Los cálculos anteriores también proveen las variaciones de velocidades experimentadas por los vehículos, las cuales son relacionables con las lesiones de las personas, clasificables por el sistema AIS (escala abreviada de lesiones).
Conociendo la velocidad con la que impactó un vehículo (V f) y la longitud (D) de sus huellas de frenada anteriores al choque podemos calcular su velocidad inicial (V i) previa a la mencionada frenada mediante la siguiente fórmula: V i = (V f2 + 2 x U x G x D)½ en la cual U es el coeficiente de rozamiento que representa a la fricción entre los neumáticos y el piso y G es la aceleración de la gravedad igual a 9,81 m/ seg².
Se mencionan a continuación las principales constancias de los expedientes que deben analizarse para que de ellas surjan los mínimos datos necesarios requeridos por la reconstrucción de un accidente.
Hora del accidente: con su conocimiento se determinan las condiciones visuales del lugar de los hechos.
Fecha del accidente y de la inspección policial: de la diferencia entre ellas surge la posibilidad que tuvo la actuación policial de registrar las secuelas de la colisión (huellas de frenadas, vestigios, posiciones finales de los vehículos, ubicaciones de las personas lesionadas durante el impacto, etc.).
Croquis y planimetría: ellos proporcionan las ubicaciones aproximadas de los vehículos, de los vestigios de la colisión y de las huellas de los neumáticos referidas al entorno del lugar del hecho. Asimismo, los anchos de las calzadas y las distancias recorridas por los rodados posteriores al impacto. El conocimiento de las ubicaciones finales de los vehículos resulta imprescindible para poder intentar la reconstrucción del accidente.
Características de las calzadas: posibilitan determinar los coeficientes de rozamientos entre los neumáticos y el piso y con ellos, las velocidades perdidas por los rodados durante sus recorridos posteriores a la colisión.
Condiciones climáticas: también determinan las condiciones visuales de los conductores y, además, inciden sobre los mencionados coeficientes de rozamientos.
Fotografías de los vehículos y del área del impacto: indican las zonas con las que impactaron los vehículos y las posiciones en las que quedaron luego de la colisión. La determinación de las zonas averiadas de aquellos permite verificar los puntos de contacto de los mismos surgidos de los cálculos.
Pericias mecánicas: sirven para confirmar los centros de las zonas impactadas.
Lesiones: en ciertos casos el conocimiento de ellas permite verificar las variaciones de las velocidades de los vehículos surgidas de los cálculos. Además, el tipo de lesiones sufridas por los ocupantes de un vehículo sirve para verificar las zonas con las que impactaron dichos rodados.
La categorización de las lesiones, basada en su tratamiento y en las posibilidades de supervivencia puede relacionarse con las variaciones de velocidades que sufrieron las personas lesionadas.
Declaraciones testimoniales: se utilizan para analizar las actitudes de los conductores y las de los peatones y para comparar las velocidades que surgen de ellas con las resultantes de la reconstrucción del accidente, surgida del informe pericial.
Informe policial: proporcionan muchos datos técnicos requeridos por la reconstrucción del accidente, los cuales son comparables con las constancias anteriores.
Choques de frente: en este tipo de choques interesa establecer las direcciones de ambos móviles previas al impacto, a fin de determinar cuál de ellos se dirigió hacia su mano contraria. Para analizarlos, es muy importante el conocimiento de las posiciones de las huellas y de las marcas dejadas sobre el piso. Igualmente, resulta de gran utilidad la observación de las fotografías para comparar las posiciones relativas de ambos móviles al momento de la colisión, con la dirección del impacto surgida de los cálculos.
Choques en intersecciones: en muchos casos, resulta injusto adjudicarle la responsabilidad de la colisión al conductor del vehículo que circulaba por la izquierda del otro rodado, debido a que el choque pudo haberse producido por la excesiva velocidad del que circulaba por la derecha, mientras que el aparentemente culpable pudo haber estado circulando con poca velocidad o detenido. En este caso, conviene determinar cuál de los vehículos estaba más cerca del centro de la intersección, sus velocidades y las posiciones relativas de ambos, correspondientes al momento del impacto, para poder adjudicarle correctamente la responsabilidad del accidente a quien corresponda.
Choques por detrás: en ellos, conviene determinar la mínima distancia precaucional (D) que debió mantener el vehículo embistente partiendo del conocimiento de la velocidad (V) con la que circulaban ambos móviles. Tal determinación se realiza utilizando la siguiente fórmula : D = V x Tr en la que Tr es el tiempo de reacción del conductor del vehículo trasero.
Embestida de peatones: en estos casos hay que tratar de determinar la velocidad del vehículo embistente en función de las lesiones sufridas por el peatón. Para ello, existen algunos ensayos realizados en Norte América y en Alemania, los cuales se aplican, especialmente, cuando un peatón es impactado por el frente de un vehículo. Por otro lado, resulta de gran utilidad registrar la posición final de la víctima, la del vehículo y las zonas impactadas de este último, para poder relacionar tales registros con los mencionados ensayos.
Choques entre automóviles y motos/motocicletas: frecuentemente son causados por la percepción tardía por parte del conductor del automóvil del acercamiento de la moto/motocicleta. La utilización de cascos es la más importante medida de seguridad para los motociclistas según los registros estadísticos.
A los choques entre automóviles y motos/motocicletas conviene relacionarlos con alguno de los siguientes modelos:
a. El motociclista y la moto quedan del lado desde el cual se aproximó la moto. En este caso, la velocidad con la que impactó la moto podría determinarse en función del acortamiento de la distancia entre sus ruedas.
b. El motociclista vuela sobre el vehículo y la moto queda alejada del lugar del impacto. Las velocidades de los vehículos se determinan basándose en sus recorridos finales. Además, la velocidad de la moto también puede calcularse a partir del conocimiento del recorrido horizontal de la víctima, posterior al impacto, y del de la altura (H) desde la cual cayó el motociclista.
Choques nocturnos: en ellos, ante la ausencia de iluminación artificial, la iluminación es proporcionada por las ópticas de los vehículos. Es por ello que conviene saber que las luces bajas deben ser alineadas de tal forma que el límite entre la zona iluminada y la oscura se encuentre a una distancia del frente del automóvil igual a la altura de las ópticas, multiplicada por 100, para poder determinar si la velocidad con la que circulaba el móvil, le pudo permitir a su conductor detenerse en una distancia no superior a la de la visual que le facultaban las mencionadas luces bajas.